Agüelo

Agüelo

Agüelo era ya un perro mayor cuando llegó a ANAA. En los huesos, con estrés y el agravante de la edad, necesitaba urgentemente una casa. Parecía estar siempre alerta, pendiente de todo. Cuando lo que le hacía falta era tranquilidad y descanso. Los pequeños paseos por los alrededores siempre ayudaban. Iba genial con la correa y era muy sociable con otros perros, pero de vuelta al chenil, la tristeza volvía.

Hasta que un día alguien se fijo en esas orejas enormes, esos ojillos sabios y esas patitas. Sus pequeños achaques de cadera y corazón no impidieron que el amor fluyera. Y lo que comenzó como una bonita adopción ahora es una vida nueva para Agüelo y su familia.

Allí tiene el calorcito que sus huesos necesitan y una enorme cama digna del gran perrazo que es. Con paseos diarios y moderados se mantiene en forma y su corazón late feliz y controlado cada día. Su familia nos cuenta que han llenado la casa de alfombras en puntos estratégicos, ya que si se resbala se asusta. Y es que este yayete batallitas también tiene derecho a que le extra mimen. Pero si hablamos de mimos, es la abuela la que lo tiene más consentido. Se despiertan a las 07:00 para pasear e ir a ver a sus amigas las cabras y los caballos. Una agotadora rutina social que finaliza en casa, con una siestecita, en una enorme cama, en su hogar. En el que siempre debiera haber estado.

Gracias por dar una segunda oportunidad a Agüelo y hacer de su nueva vida, un final feliz.