El Milagro de las Casas de Acogida: HASTA SIEMPRE CROQUETA

Hasta siempre Croqueta

El Milagro de las Casas de Acogida: HASTA SIEMPRE CROQUETA

El pasado miércoles, el 24 de marzo nuestra querida Croqueta 🐶 se despedía 🌈💔 después de luchar como una jabata contra el cáncer.

Los veterinarios le daban 15 días de vida y lanzamos un SOS en nuestra comunidad y la respuesta fue alucinante como siempre.
Una de las casas de acogida que nos escribió fue Paula, @elrefugiodesanto, y lo tuvo claro: sabía que su tiempo juntas era breve pero nos prometió que lo vivirían y disfrutarían juntas cada minuto hasta el final. Y así fue. Gracias a su #cuaderno de bitácora pudimos ver su gran complicidad durante 72 días, sus aventuras, sus locuras, su día a día… no hay vidas suficientes para darte las GRACIAS y darnos este último capítulo del Cuaderno de bitácora de @elrefugiodesanto & #yayacroqueta.

“Después de setenta y un días y pico, la doña dijo «hasta aquí, homínida».

Jode, duele y entristece. Muchísimo.
Apenas una semana después de habernos dicho «hasta luego, colega», entre mocos, lágrimas y la alergia (sí, soy alérgica al “pelo” de los animales), sonrío.
Sí, sonrío, y ni quiero ni puedo evitarlo, porque me he dado cuenta de la importantísima lección que Croqueta me ha hecho “repasar”: la yaya Croqueta volvió a enseñarme a vivir el hoy y el ahora, cada instante como si fuera el último.


Desde que Santo, mi anterior compañero de vida canino, se despidió de mí en enero de 2018, tanto por motivos personales, como por el debido periodo de luto que superé, por casa han estado unos cuantos cánidos (y felinos) más, pero sólo durante unos días, de manera temporal. Aunque mi implicación y relación con todos y cada uno de ellos fue (sigue siendo) maravillosa, Croqueta, ha sido especial; nos encontramos en el momento preciso, gracias (manda huevos) a Filomena.

Al igual que las personas con las que nos cruzamos a lo largo de nuestra vida llegan y se van de la misma cuando su tarea, lección u “objetivo” con respecto a nosotros, finaliza, Croqueta llegó y se fue porque, de alguna manera, yo debía recordar esa lección: la de vivir, la de poner mis cinco sentidos en todo lo que me rodea, hago, percibo y experimento como ser sintiente. Eso era lo que nos unía, la capacidad de sentir.

Sus ojillos inteligentes y brillantes, esas orejas que parecían un panel luminoso que indicaba su estado de ánimo; los ladridos cada vez que salíamos de casa, provocados en la ciudad por su miedo atroz a los coches y en el campo, al bajar del Halcón Milenario, por la alegría de poder ser ella, olfateando, arrastrándome —literalmente— por lodazales, charcos y zarzas siguiendo rastros, recibiendo y gestionando toda la información que llegaba a su trufa; la elegancia de su cuerpecillo, delgado y, al mismo tiempo, fibroso, repleto de vida, haciendo la muestra; el alegre movimiento en molinillo de su cola, rota en la punta, máxima expresión de felicidad; la media sonrisa que dibujaba su boca cuando jugábamos; la curiosidad, a veces ruidosa, tranquila y sabia cuando se acercaba a otro congénere y su manera de hacerse entender tranquila y caninamente eficaz; nuestra conexión, casi desde el minuto uno; su (infinita) paciencia hasta que ajustamos límites de convivencia, sus ganas de hacérnoslo fácil, su inteligencia, su vivacidad y lo maravillosa y jodidamente divertida es lo que atesoraré hasta que sea mi turno.

Antes de terminar, quiero agradecer a Lara y Lucas por ir a buscar a Croqueta cuando recibieron el aviso en ANAA, a Irene y María por ponérnoslo tan fácil a Croqueta y a mí y a Sandra, la veterinaria de Croqueta, por su infinita paciencia y cariño.

Mientras, la vida sigue. Vivámosla, seamos más perr@s.
Croqueta, GRACIAS”.

Paula @El Refugio de Santo
Mientras, la vida sigue. Vivámosla, seamos más perr@s. ¡Hasta siempre Croqueta!